lunes, 6 de abril de 2009

def con dios

este es un nuevo video

miércoles, 28 de enero de 2009

donde estan las letras de denuncia del carnaval?

http://es.youtube.com/watch?v=xpNtzXmeWD4

lunes, 12 de enero de 2009

le llamaban en angel rojo


El anarquista Melchor Rodríguez, que ejerció como delegado de Prisiones al comienzo de la Guerra Civil, salvó de una muerte segura a prominentes figuras del franquismo

1936-1939, 1940, 1941... España contra España, despiadadamente. En el tiempo en el que se desataron aquí todas las furias y el odio se instaló en las conciencias colectivas, hubo también valientes de moral íntegra, gentes de una pieza que enfrentándose incluso a sus propios correligionarios intentaron impedir la degollina. El anarquista Melchor Rodríguez García -Triana (Sevilla), 1893-Madrid, 1972-, militante de la CNT y de la FAI, delegado de Prisiones de la República, es de los que cuando la sangre llamaba a la sangre se jugaron la vida por impedir el asesinato de sus enemigos políticos.

"Si he actuado con humanidad no ha sido por cristiano, sino por libertario", aclaraba Melchor Rodríguez

Con el respaldo del ministro de Justicia, también anarquista, detuvo los traslados de presos a Paracuellos.

La cita es en el Centro para Mayores de Leganés (Madrid). A Ricardo Horcajada, de 81 años, le cabe el raro honor de haber desplegado una bandera anarquista ante los ojos de algunos de los jerarcas del régimen de Franco y no haber sido detenido. "Con el miedo en el cuerpo", como dice él, extendió la enseña rojinegra sobre el féretro de Melchor Rodríguez el 14 de febrero de 1972 en el cementerio de San Justo de Madrid. Fue un entierro multitudinario y tan extravagante que, en plena dictadura, reunió a anarquistas y franquistas en un mismo duelo. "No hubo incidentes. Mi padre rezó, incluso, un padrenuestro por el alma de Melchor sin que nadie le hiciera un mal gesto", apunta Javier Martín, hijo de Javier Martín Artajo, antiguo parlamentario de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) en la República y más tarde diputado por designación del dictador en las Cortes franquistas. De acuerdo con ese testimonio, Javier Martín Artajo vistió durante el entierro una corbata con los colores anarquistas en justa correspondencia con el gesto de besar la cruz que Melchor Rodríguez había realizado en su lecho de muerte. "Vale, ya que te empeñas, yo beso ese trozo de madera, pero tú te comprometes a ponerte una corbata anarquista". Así quedó sellado el trato.

Ricardo Horcajada sostiene que la actuación del delegado de Prisiones de la República frente a la muchedumbre que el 8 de diciembre de 1936 pretendió asaltar la cárcel de Alcalá de Henares fue un hecho extraordinario porque pocas veces en la historia se ha logrado contener con la palabra a una turba herida cegada por el dolor y el odio y lanzada a vengar la muerte de sus hijos. "Hay que tener en cuenta", subraya, "que unos días antes otra multitud había pasado por las armas a 319 de los 320 presos en la cárcel de Guadalajara". Le pregunto qué discurso es capaz de detener a una masa iracunda y armada, y me dice que su amigo tenía carisma y un talento natural para la oratoria.

El archivo de la familia de Javier Martín Artajo, hermano del que fuera ministro de Exteriores en el franquismo Alberto Martín, guarda un escrito con el que el propio Melchor Rodríguez describió con detalle ese episodio. "La muchedumbre, aterrorizada por los incendios provocados y las víctimas causadas por la aviación rebelde, se amotinó rabiosa y, juntándose con las milicias y hasta con la propia guardia militar que custodiaba la prisión, se dispusieron a repetir el hecho brutal realizado cinco días antes en la cárcel de Guadalajara". Según su relato, fueron más de siete horas de enfrentamiento dialéctico, insultos, amenazas y forcejeos contra una muchedumbre enfurecida que tras penetrar en la prisión pretendía rebasar el rastrillo de acceso a las galerías de los presos. "¡Qué momentos más terribles aquellos! (...) Qué batalla más larga tuve que librar hasta lograr sacar al exterior a todos los asaltantes haciéndoles desistir de sus feroces propósitos. Y todo ello ante el tembloroso espanto de mi escolta, que, aterrados y sin saber qué hacer, se limitaron a presenciar aquel drama".

Salió físicamente indemne de la prueba, aunque con algún desgarro en la camisa y un gran costurón en su hasta entonces rendida confianza en el comportamiento de las masas. Entre los 1.532 presos sospechosos de simpatizar con los facciosos que aquel 8 de diciembre de 1936 salvaron sus vidas había nombres y apellidos: Agustín Muñoz Grandes, Raimundo Fernández Cuesta, Martín Artajo, Peña Boeuf, Luca de Tena, Boby Deglané, Serraño Súñer, el falangista Rafael Sánchez Mazas, Fernando Cuesta, el general Valentín Gallarza..., que más tarde aparecerían incrustados en los tuétanos del régimen franquista. La leyenda del "ángel rojo" y la maledicencia del "traidor Melchor" nacieron simultáneamente ese día, en Alcalá de Henares: la primera, del terror que rezumaban las celdas donde se agolpaban los detenidos, y la segunda, de la ira frustrada de los vengadores que clamaban contra el cielo, impotentes ante las bombas criminales de los aviadores alemanes e italianos.

Durante los cuatro meses -noviembre de 1936-marzo de 1937- en los que se mantuvo en el puesto, el delegado de Prisiones de la CNT se multiplicó tratando de parar las "sacas" (excarcelaciones previas a los fusilamientos) masivas, en un pulso continuo con la Junta de Defensa de Madrid, controlada por los comunistas José Cazorla y Santiago Carrillo. Salvó miles de vidas, luchando contra el reloj y el pésimo estado de las carreteras -"deprisa, deprisa, todavía podemos llegar a tiempo"-, para aparecer cuando el pelotón de fusilamiento estaba ya formado y los condenados esperaban la fatídica descarga. Con el respaldo del ministro de Justicia, también anarquista, Juan García Oliver, detuvo los traslados de presos a Paracuellos, el paraje de la sierra madrileña donde, siguiendo la consigna de "limpiar la retaguardia", sugerida por los asesores soviéticos, fueron abatidos miles de detenidos.

El libertario que no creía en las cárceles restituyó la autoridad de los directores y funcionarios de prisiones encargados de la custodia de los 11.000 presos políticos y reforzó el control en un momento en el que la celda era el mejor refugio contra el secuestro, el simulacro de juicio de los 10 minutos y el asesinato. En ese empeño, sacó a los milicianos de los recintos penitenciarios, ordenó que ningún preso pudiera ser excarcelado sin su permiso entre las seis de la mañana y las ocho de la noche, extendió avales y salvoconductos a gentes de derechas que podían ser denunciadas y ajusticiadas. Para cobijar a los perseguidos se incautó en Madrid del palacio del Marqués de Viana, una mansión que, terminada la guerra, fue devuelta a su propietario con sus enseres intactos. "No falta ni una cucharilla", admitió el marqués Teobaldo Saavedra. Se enfrentó también al pistolerismo anarquista de una parte de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), donde habían recalado aventureros y resentidos sociales de toda laya, además de delincuentes comunes que encontraron en esas siglas la cobertura ideal para sus fechorías. Melchor Rodríguez portó siempre una pistola al cinto, aunque, por lo visto, la llevaba descargada porque nunca echó mano de ella, ni siquiera en las situaciones más comprometidas.

"Se puede morir por las ideas, pero no matar por ellas", predicaba, ante la incomprensión de muchos de sus compañeros que creían saber, y no se equivocan, que también los franquistas eliminaban a los disidentes o sospechosos de disidentes. Melchor Rodríguez formó parte de una corriente ácrata, humanista, integrada en Los Libertos, grupo libertario celoso de sus principios que trató de poner coto a los desmanes.

"Con la cantidad de veces que estuvieron a punto de matarle, la verdad es que no me explico cómo pudo morir sin creer en Dios", comenta hoy su hija, Amapola Rodríguez. Ella sí cree en Dios y también en el anarquismo de su padre. "Antes de que estallara la guerra me llevó a ver la obra de teatro ¡Abajo la guerra! Le gustaba mucho la naturaleza. Me puso Amapola porque decía que es una flor rebelde que nace sola en el campo sin tener que sembrarla". Aunque a sus 87 años goza de una memoria excelente, la hija del anarquista se muestra remisa a abordar ese terrible pasado. Cede, finalmente, ante la insistencia del periodista, pero sólo para recitar, de corrido, una de las poesías escritas por su padre:

"Anarquía significa:

Belleza, amor, poesía,

Igualdad, fraternidad

Sentimiento, libertad

Cultura, arte, armonía

La razón, suprema guía,

La ciencia, excelsa verdad

Vida, nobleza, bondad

Satisfacción, alegría

Todo esto es anarquía

Y anarquía, humanidad".

A Amapola no le gustan la manera con que algunas voces hablan de la Guerra Civil ni tampoco el aire de enfrentamiento y revanchismo que percibe en el actual clima político. "No es partidaria de este proceso de recuperación de la memoria histórica; prefiere que las cosas se queden como están", apunta su hijo, Melchor Leal.

Como indica el escritor y cineasta Alfonso Domínguez, autor de una novela biográfica y de un guión de cine sobre Melchor Rodríguez que espera llevar a la imprenta y a la pantalla, la figura de este libertario cobra cuerpo y se agiganta con la perspectiva de los años, a medida que se profundiza en el estudio de la guerra y resurgen las sacas, los paseos, las checas (centros de detención y tortura) y los fusilamientos masivos, impíos, interminables, de los ya vencidos que no encontraron oposición en el clero franquista, ni siquiera una vez terminada la guerra.

Hijo de un maquinista del puerto de Sevilla y de una obrera de una fábrica de cigarros, Melchor Rodríguez dejó los estudios y se puso a trabajar a la muerte de su padre, cuando tenía sólo 10 años. Trabajó de calderero, de carrocero en la industria del automóvil y de ebanista, antes de tentar la suerte en las plazas de toros. Su carrera de novillero se frustró tras una cogida en Madrid y tuvo que volver a la industria del automóvil, donde su fama de chapista extremadamente fino discurría en paralelo con la de, a ojos de sus patrones, exagerado perfeccionismo. Fue encarcelado tantas veces por sus actividades anarquistas, más de una treintena, que cuando Amapola le echaba en falta y preguntaba por él, su madre acostumbraba a responderle: ¡Pues dónde va a estar, hija mía, en su casa, en la cárcel! En la cárcel asumió el compromiso personal de contribuir a que se respetaran los derechos de todos los presos, y allí y en la calle aprendió lo que la falta de escuela le había hurtado. "La lucha contra la ignorancia nunca es una batalla perdida". Lo decía con pleno conocimiento de causa.

En sus esfuerzos por asimilar la figura de Melchor Rodríguez, los franquistas que le debían la vida trataron siempre de explicar su comportamiento adjudicándole un soterrado "espíritu cristiano". Tuvo que aclararlo en más de una ocasión. "Si he actuado con humanidad, no ha sido por cristiano, sino por libertario". Y también protegerse de sus agradecidos benefactores franquistas a los que había salvado la vida. Rechazó un puesto en el sindicato vertical franquista y devolvió tachado e inutilizado el caritativo cheque de 25.000 pesetas que le habría ahorrado muchos agobios económicos.

Finalizada la guerra -a él le cupo protagonizar el traspaso simbólico de la capital española a los golpistas vencedores; "Amapola, he entregado Madrid", le dijo a su hija entre lágrimas-, fue condenado, primero a cadena perpetua; luego, a 20 años, y finalmente, a cinco, gracias a la intermediación del general Agustín Muñoz Grandes, pieza clave del Ejército y mano derecha de Franco durante años. Con el respaldo de dos millares de firmas que solicitaban clemencia para el reo, Muñoz Grandes hizo durante el consejo de guerra una encendida defensa del "ángel rojo" que explica la clemencia de la condena. A la salida de la prisión, él continuó desarrollando sus actividades políticas y fue nuevamente detenido y encarcelado por difundir propaganda política ilegal.

Siguió también ocupándose de los presos aprovechando el ascendente moral adquirido sobre las personalidades a las que había salvado la vida. Ricardo Horcajada lo conoció así. "Cuando detuvieron a mi padre, me dijeron que en la calle de la Libertad, una muy estrechita que está detrás de la Gran Vía madrileña, había una persona que podía ayudarme. Era Melchor. Pese a su apariencia pulcra y cuidada, vivía muy pobremente en un piso diminuto que compartía con un antiguo banderillero y su mujer". El anarquista de verbo fácil y vehemente que se malganaba la vida vendiendo seguros se había separado de su mujer. De los testimonios familiares se deduce que Melchor Rodríguez fue una persona respetuosa con las creencias religiosas de su mujer y sumamente cariñosa con su hija. Y también que el héroe anarquista estaba hecho de la misma pasta que el resto de los mortales: soberbio y vanidoso, irascible e intransigente en ocasiones, pero nunca codicioso ni interesado. Aborrecía el dinero como si fuera un invento satánico, aunque aceptaba el trueque y los regalos, una camisa, por ejemplo, siempre que se la entregaran con los puños cortados. Sostenía que mostrar los puños de la camisa por debajo de la chaqueta era "propio de burgueses".

Según Ricardo Horcajada, en la última etapa de su vida vivió de la suma de dos miserias: la que le correspondía de jubilación y la resultante de su pobre cartera de clientes en la compañía de seguros La Adriática, donde trabajó. Él cree saber de qué materia estaba hecho Melchor Rodríguez. "Yo no he conocido ningún santo, pero supongo que, si existen, deben ser como Melchor, seres inocentes que pueden alcanzar cierto estado de gracia, en este caso civil; gentes infantiles, sin malicia, aunque rebeldes, como lo son la mayoría de los niños". Piensa que su amigo fue siempre un inadaptado para la vida y los negocios, un idealista que descubrió en el anarquismo la utopía de los hombres justos y santos y quiso ser uno de ellos.

La figura del delegado de Prisiones de la República brilla con un fulgor propio ahora que historiadores, políticos y propagandistas se aplican a la exhumación del periodo de la guerra y la posguerra civil. Ejemplos como el suyo -no hay, que se sepa, un Melchor Rodríguez en el campo franquista- emergen de los barrancos y cunetas de nuestro pasado con una fuerza aleccionadora tan poderosa que debería bastar para impedir que el sectarismo meta sus manos sucias en la memoria histórica.

JOSE LUÍS BARBERÍA | http://elpais.com | 10-01-09

jueves, 11 de diciembre de 2008

de lejos pareces tonto... de cerca gilipollas

miércoles, 20 de agosto de 2008

We don´t want just one cake, we want the whole fucking batery!!!

sábado, 21 de junio de 2008

decima entrega mutuas y tabaco “No sé por qué la gente lee los e-mails, el botón de borrar está tan a mano… ”

“Bueno, no me gusta hablar mal de otros médicos, y menos de un borracho tan torpe.”


rojadirecta punto com es una web que "linkea" a partidos de futbol, baloncesto, etc gratuito todo. Esta web ha recibido amenazas constantes. esta es la respuesta a una amenaaza.
Adelante.
Audiovisual Sport, sociedad controlada principalmente por Sogecable, filial del Grupo PRISA, ha llevado a cabo una acción legal de naturaleza penal contra el propietario de Rojadirecta.com por un supuesto delito contra la propiedad intelectual. Rojadirecta, el portal de Internet especializado en retransmisiones deportivas más popular en América Latina, España y otros países europeos, viene ofreciendo desde hace cerca de 2 años la programación deportiva de canales que emiten por Internet competiciones de fútbol de todo el mundo, así como un sinfín de modalidades deportivas mediáticas y no tan mediáticas. Algunos de estos canales emiten La Liga española de fútbol y Copa del Rey y son precisamente estas las competiciones motivo de denuncia de Audiovisual Sport. Rojadirecta está convencida de que no existe delito alguno en su actividad, tal es así que Rojadirecta ni si quiera cuenta con contenidos audiovisuales en ningún servidor. Rojadirecta sólo publica texto y enlaces externos a canales (o simples “streams”) que no gestiona Rojadirecta, que no tienen ningún poder sobre ellos, y que independientemente de que Rojadirecta los publicase o no estos seguirían estando accesibles por otros medios, incluso en portales de búsqueda por todos conocidos, como Google o Yahoo, que no han sido denunciados.

Rojadirecta decide hacer pública la acción legal tomada en su contra por Audiovisual Sport así como su intención de seguir ofreciendo la programación de los partidos de La Liga española y la Copa del Rey, ignorando en este sentido la medida legal tomada por la sociedad propiedad de Sogecable y que es valorada desde el portal web como una táctica intimidatoria y desesperada para defender intereses comerciales de un modelo de negocio que cree estar relativamente desfasado. Rojadirecta considera además muy preocupante que se haya permitido la presencia de directivos de Audiovisual Sport en el interior de la comisaría donde se estaba tomando declaración al titular de la web.

Rojadirecta seguirá ofreciendo la programación de Liga y Copa del Rey

Partidos como el destacado derby entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid de este sábado, así como otros partidos de La Liga española, la Liga BBVA, la Premier League inglesa, la Serie A italiana, la Fórmula 1 (incluidos los entrenamientos que no emite Telecinco) y otras competiciones que sólo en un fin de semana como este formarán una parrilla de más de 200 eventos deportivos accesibles sin pasar por taquilla, desde el ordenador y sin pagar ni un céntimo.

miércoles, 18 de junio de 2008

Video 9º

domingo, 8 de junio de 2008

“¿A quién voy a creer: a la bola 8 o a una mujer que si confiara en sus ideas no llevaría ese escotazo?”


Montero Glez (Madrid, 1965) busca frente a la playa de Chiclana (Cádiz) fogonazos de sol y se deleita escuchando a mujeres que cantan mientras tienden con la pinza en la boca. Es un fugitivo de su ciudad natal. Pero esa huida no le ha impedido volver a Madrid en su cuarta y galardonada novela, Pólvora negra (Planeta), con la que se ha llevado el Premio Azorín 2008. En ella sigue al joven anarquista Mateo Morral en los preparativos del atentado contra Alfonso XIII.



"Yo soy anticapitalista. Y asumo la postura libertaria"

Pregunta. Usted llegó a Chiclana en busca de un anarquista que finalmente no está en su novela. ¿Qué pasó con Diego Rodríguez Barbosa?

Respuesta. Vine tras su pista. Sabía que Mateo Morral no había actuado solo. Busqué en los ficheros anarquistas y encontré a este chiclanero. Pensé en tomarme la licencia literaria de incluirle en el grupo de apoyo. Pero, gracias a Internet, descubrí al que se decía nieto de alguien que estuvo en el atentado de Mateo Morral. Pensé que era un loco. Pero luego comprobé que era cierto y la licencia literaria no fue necesaria.

P. Profundizar en el anarquismo, ¿le ha servido para convencerse más?

R. Yo soy simpatizante del anarquismo. Y ponlo sin comillas. Pero además soy un disidente de la economía clásica. Yo soy anticapitalista. Y asumo la postura libertaria. Creo que no tendría por qué existir un Estado que nos tenga que administrar. Por eso soy anarquista y eso no tiene nada que ver con ir poniendo bombas por ahí.

P. ¿Es difícil escribir un libro sobre un atentado?

R. Una cosa es el terrorismo y otra es el atentado. Un atentado está de puta madre y no entro a moralizar si esa persona que lo recibe era estupenda con su familia. Lo que está de puta madre es la operación del atentado. Con esta novela he querido crear un debate sobre qué es terrorismo.

P. Después de novelas muy pegadas al presente, ¿cómo ha sido el viaje al pasado?

R. Ha sido muy bonito e intenso. Yo soy de Madrid pero es una ciudad con demasiados estímulos y poco intensos. Tuve que huir de esa realidad yendo al pasado.

P. ¿Dónde ha aprendido más? ¿En los archivos o en las tabernas?

R. Como se aprende es escuchando. Antes de hablar, hay que escuchar dos veces, como dice Galeano.

P. ¿Seguirá mucho tiempo en Chiclana?

R. Sí. Para mí toda Andalucía es un país. No he encontrado sitio más aparente donde vivir. Cuando voy a Madrid, a la semana me agobio. No hay viento, no hay olor a pescaíto frito, ni movimiento. Aquí hay vida. Allí todo son cadáveres. Gracias a la gente del Sur, he vuelto a tener fe en el ser humano. Me gusta un sitio donde ahora me llaman Primo Azorín. Eso mola.

P. ¿Se siente consagrado al publicar en una gran editorial?

R. He sido reacio a meterme en una editorial grande sin premio de por medio. Antes ya me había presentado a otros galardones. He tenido ofertas pero yo quería entrar por la puerta grande. Ahora ya estoy en el Carrefour y eso está bien porque uno escribe para ser leído. Siego siendo de culto pero con más capillitas.

P. Está entrenando para conseguir el cinturón negro de kárate. ¿Alguien debe temerle?

R. No. Es que me gusta el deporte. Siempre he sido canijo. Hago artes marciales pero no para defenderme ni atacar. He sido más receptor de violencia que emisor. Siempre he recibido muchos golpes. Lo último que haría sería pegarle a un crítico. Si me ponen a parir, siempre he intentado arreglarlo. He tenido fama. Pero sólo soy violento en la prosa.

miércoles, 4 de junio de 2008

5º entrega sin curro

4º entrega

domingo, 1 de junio de 2008

el rey de la calle...el guapo pa las vecinas

Jazz, un espíritu libertario

x Casielbela

A partir de la década de los 20 el jazz tomó una actitud combativa y de solidaridad con el movimiento obrero, y en contra de la segregación racial
El presente artículo me animé a escribirlo gracias a la falta de información que hay, en el movimiento libertario, sobre un tema tan complejo como lo es el jazz. No soy, ni pretendo ser un erudito del tema, pero debido a un férvido instinto de melomanía y a la creciente ola de música que circula en los movimientos sociales, me parece necesario rememorar el origen y el desarrollo de este género musical. Aunque en la actualidad sólo conozco algunos conciertos que se vincularon al movimiento anarquista de la década de los años 20, me queda claro que el jazz tuvo una participación en la izquierda norteamericana, tanto en la izquierda comunista, y en menor medida, en la izquierda anarquista. En su momento, el jazz, fue un protagonista más en la larga lucha contra el poder y el capital.

El origen negro, cantos de libertad

A mediados del siglo XIX las transformaciones económicas del país norteamericano, reclamaban la mano de obra necesaria para satisfacer las necesidades de la nación. De 1860 a 1910 el número de granjas se triplicó, aumentó de 2 a 6 millones, la superficie de cultivo paso de 160 millones a 350 millones de hectáreas, bajo este contexto laboraron miles de trabajadores afroamericanos, que nada poseían, a excepción del cálido recuerdo de la música, dulce abrigo para los esclavos, que les ayudaba a soportar el trajín, o por lo menos así lo sentían ellos. Los presos, los ferrocarrileros y los obreros cantaban durante la dura jornada, un especie de guía improvisaba y los demás lo seguían. Ante la desolación de la feroz explotación, muchos afroamericanos encontraron refugio en el cristianismo, ahora no sólo se cantaba en el trabajo, sino que la potente voz de los afroamericanos, fue depurando los himnos religiosos, creando los espirituales. Tanto en los desfiles militares, como en la iglesia, enfocaban su atención en las estrofas y el ritmo, es decir, en la música. Cualquier lugar era aprovechado para practicar, incluso hay especialistas que aseguran que el jazz nació en los funerales negros, con las bandas que se alquilaban para armonizar el sepelio.

La fusión entre los cantos de las faenas, los espirituales, las baladas y las distintas formas de expresión popular, tanto africanas como europeas, le dieron vida al blues. A principios de 1900 nace el ragtime, un estilo de tocar el piano, llevando un ritmo regular con la mano izquierda y marcando un ritmo sincopado que va haciendo la mano derecha (la síncopa es una nota que se toca en un tiempo débil y continúa en un tiempo fuerte). El origen del ragtime se asocia con los bailes que realizaban los esclavos haciendo mofa de los amos. La mezcla de todos estos elementos: los espirituales, el ragtime, el blues y la música clásica, le dieron origen al jazz. Seria injusto decir que el jazz era una música para negros. La mayoría de los músicos que empezaban a tocar no sabían leer la música, pero contaban con un sentido innato para improvisar, factor de gran envergadura, pues el jazz es improvisación, expresividad, no hay censura a la hora de tocar. La orquesta de Count Basie (una de las mejores orquestas de jazz), según el propio Basie confesó:"No era, en el mejor de los casos, una orquesta que supiera leer... No creo que tuviéramos más de cuatro o cinco partituras en aquel tiempo". La primera grabación de jazz se realizó en 1917, pero es evidente que años atrás ya había un larga historia, en donde había participado un sector marginal de la sociedad norteamericana. Nueva Orleans, el crisol de donde surgió la música de la síncopa, se transformó en icono del ideario progresista: antirracista, en un principio anticomercial, un lugar donde convivía la clase marginada.

A partir de la década de los 20 el jazz tomó una actitud combativa y de solidaridad con el movimiento obrero, y en contra de la segregación racial, por lo menos algunos de los músicos así lo manifestaron, denunciando las atrocidades en contra de los dos obreros anarquistas, Sacco y Vanzetti, que injustamente eran juzgados por el Estado de Massachussets. En más de una ocasión, trompeta y saxofón acompañaron los mítines de protesta, reunieron fondos y exhortaban a sumarse a la campaña de los anarquistas presos. En algunas huelgas que eran asesoradas por los IWW (Industrial Workers of the World, sindicato revolucionario), las bandas de Jazz estimulaban la lucha, como en la huelga general de la General Motors de 1937, en donde una orquesta de jazz tocaba canciones, y luego se mezclaba entre los obreros para seguir protestando. Louis Armstrong, que en 1964 vendía más discos que los Beatles, públicamente manifestó su total desacuerdo con las políticas del gobierno del Tio Sam, diciéndole en un concierto, mientras hablaba en contra del racismo: el gobierno norteamericano "puede irse al infierno".

Billie Holiday, "la voz más desgarradora del jazz" , como diría alguien, hacía lo propio, denunciaba la segregación racial y el abuso policial. En pleno concierto, a todo pulmón, Billie dirigía su arenga en contra del Estado norteamericano, evidenciando los tratos a los que eran expuestos "los afroamericanos y los trabajadores que habían levantado al país", la policía no se hacia esperar, y arremetía contra la inconforme mujer, quien fue detenida en varias ocasiones por manifestarse y consumir enervantes. Al igual que otros músicos de jazz, tuvo una vida dura. Ser mujer, negra y pobre en una sociedad racista, no es fácil. Durante varios años sobrevivió cantando en los cabarets donde se tocaba jazz. Víctima de una violación a los 10 años, hija de un pordiosero y adicta a la heroína, se ganó el respeto de quien la escuchaba entonar su "Strange Fruit", el poema contra los linchamiento s que ella transformó en una hermosa canción. La participación de un sector marginal en el quehacer jazístico dejó una impronta indeleble, en la que muchos han señalado, al jazz, como la aportación más grande a la cultura popular occidental.

El jazz de izquierda anticapitalista e internacionalista

Varios músicos llegaron a militar en la izquierda de los Estados Unidos, a Duke Ellington (pianista y director de una gran orquesta), el FBI lo investigaría por su apoyo a las campañas del Partido Comunista. Dizzie Gelespie (virtuoso trompetista y uno de los creadores del bebop) adquiriría el carnet del Partido Comunista. El cantante Paul Robeson, de tendencia anarco-comunista, le cantaría a la guerra civil española. El carácter internacionalista del jazz se dejó sentir con "Lament for the Congo", una bonita pieza que fue grabada por Charlie Parker (quizá el mejor saxofonista alto que ha dado la madre tierra), en honor a Patricio Lumumba, uno de los exponentes del socialismo africano. Liberation Music Orchesta (1969), contenía cuatro piezas dedicadas a la guerra civil española y una conmemoración al Che Guevara. En Gran Bretaña, Alemania y la URSS, prohibieron las giras de grupos de jazz (sobre todo los de EE UU), por sus extraños vínculos con la izquierda.

El bebop

El jazz tiene infmidad de estilos, el cool, el hardbop y el bebop, son unos cuantos, algunos representan las transformaciones técnicas que padeció la sociedad estadounidense. A finales de la Segunda Guerra Mundial, surgió un ritmo llamado bop o bebop, que reflejaba las modificaciones técnicas de la época, mayor velocidad y puntos de vista más complejos. El bebop le daría un cambio a la cultura gringa. La guerra había acabado con las grandes orquestas, los impuestos a los salones de baile se habían disparado durante el conflicto bélico, haciendo imposible el pago de los músicos, incluso durante este periodo se llevó acabo la gran huelga de grabaciones, realizada por los músicos que se organizaron en torno a la Federación Americana de Músicos (AFM). El racionamiento del vinilo, hizo imposible las grabaciones. Contradictoriamente, el jazz, la música hecha por negros y también por blancos, solo le rendía ganancias a estos últimos. El bop era música afroaméricana a una velocidad doble, que mantenía sus raíces. Por primera vez, los jóvenes negros se veían a sí mismos como artistas rebeldes que debían ser respetados. Para protegerse del racismo norteamericano en general, y de la hostilidad del público conservador, los jóvenes boppers crearon su cultura, su forma de resistir a una sociedad elitista y un gobierno represor que había desatado una feroz cacería en contra de la izquierda. Grabaron sus propios discos, sin necesidad de las grandes empresas (sin saber que existía la autogestión), tenían sus salones de baile que ellos mismos mantenían. En el jazz, una vez más, encontraron la manera de resistir. Para 1960 el rock desplazaría al jazz, que unos años después volvería a renacer, pero esa es otra historia.

En este somero recorrido por la historia del jazz y su participación con los movimientos sociales, traté de aportar mi granito de arena a una larga historia que aún no se escribe, no es mi intención señalar que el jazz fue un paladín de la libertad o de las luchas sociales, pues también existieron músicos que mostraron una actitud pasiva o conformista ante las injusticias. Tampoco quiero señalar que el jazz lo inventó la clase marginada de los EE UU (aunque sí tuvo una participación de suma importancia), pues varios artistas pertenecían a una sector privilegiado, si no es que a la burguesía. Mucho menos deseo afirmar que el jazz se vio influido por los ideales ácratas. Faltaron varios períodos por narrar, puesto que la historia del jazz y las luchas sociales no solo se limitan a EE UU. En lo personal, encuentro varios elementos dentro del jazz, que me parece importante señalar: En primer lugar el jazz tuvo sus origines en la música folclórica y popular de la clase marginada. Le dió voz a a las luchas sociales y denunció las atrocidades de un régimen autoritario. Una música hágalo usted mismo, que podían practicar las personas corrientes, y no sólo las que habían recibido preparación técnica, una música que, paradójicamente, le proporcionó el carnet de identidad a la nación del Tio Sam. En la actualidad pareciera ser que el jazz es una música para las élites de las sociedades modernas, y que jamás se vinculó a las luchas contra el capital; pero el jazz es una música con espíritu libertario.



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Publicado en el periodico Tierra y Libertad

jueves, 29 de mayo de 2008

Dando caña 3º parte militares

un pobre iluso que no cambia su discurso que no hace uso de ningun recurso sucio(...)porque nunca sere juez y parte

ESPEJOS EN LA NIEBLA
(Un ensayo audiovisual)
Círculo de Bellas Artes de Madrid
http://www.circulobellasartes.com/ag_expo.php
Sala GOYA
Del 18 de Abril al 8 de Junio, 2008

Cada una de las proyecciones ofrecidas simultáneamente desde sus respectivas casillas, dentro del conjunto, desarrolla informaciones, matices, perspectivas, mundos sugeridos, con los que el espectador pueda ir reconstruyendo, rechazando, complementando, recreando un todo ajustado a su mejor entender. Hemos tomado como base temática de esta compleja experiencia ciertas circunstancias históricas que confluyeron en la Salamanca profunda del primer tercio del siglo XX, hasta el estallido de la Guerra Civil. Se muestran en términos audiovisuales, por una parte, los escenarios del ruinoso palacete que corona la dehesa de El Cuartón, vecina a Vitigudino, lujosamente habitado por la legendaria dama Inés Luna Terrero, conocida como la Bebé, heredera de toda la enriquecida saga familiar, amante de personajes tan singulares como el dictador Primo de Rivera o el pintoresco Gonzalo de Aguilera, conde de Alba de Yeltes. Y por otra, los solitarios terruños del poblado que hubieron de construirse los esforzados renteros expulsados de la dehesa, según las minuciosas investigaciones sobre esta gesta de su propia familia, bellamente articuladas en el libro Centenares de la escritora Macu Vicente, que ha colaborado generosamente en tan arriesgado proyecto. No son historias lineales. Cada montaje contiene un potencial de múltiples sugerencias que nos interesan más que el propio relato.
Hacer cine también es una propuesta lúdica desde la que atreverse a romper certezas, a indagar en lo desconocido, a emular los sueños. Del cine nos valemos para atisbar convencionalmente lo invisible que aletea fuera de la imagen, quizás en el subconsciente. Una aspiración a dar forma a lo informe, a creernos hacedores de mundos. Pero no se trata de contar en imágenes la Historia. Intentamos sencillamente realizar un ensayo expositivo más propicio a la interacción, ser más límpidamente el reflejo de aquel espejo, de aquellos espejos de Stendhal que se pasean a lo largo del camino.
No es esta construcción un invento fantasioso, sino una mirada hacia aquella actualidad compleja que tratamos de comprender. Una experiencia que necesitará quizás de mucho más entrenamiento. Y ahí está, por si otros se animaran a reconducirla. Los espacios museísticos se abren a otra holgura en la comunicación, se desarrollan en un clima más oxigenado; las salas de exposición permiten otra laxitud en la puesta en escena. Resulta esclarecedor reflexionar sobre el estancamiento del viejo espectáculo cinematográfico, sus ritos en relación con los progresos espectaculares de otros campos de naturaleza artística abiertos a una evolución no constreñida por intereses diferentes. La libertad en cine consiste en confiar en la inteligencia y en la sensibilidad solidaria del espectador; allá él, para que se interese o se abstenga del juego, participe en la propuesta, acepte la complicidad o la rechace. Desde mi relativa experiencia sé que el cine resultará tanto más gratificante, y no sólo para el espectador, cuanto más se atreva a olvidarse de toda preceptiva canónica sobre lo que se pueda o se deba hacer. Es una forma de contribuir satisfactoria y libremente a elevar la sinceridad del trabajo.
No sé si llego tarde a unos horizontes nuevos que intuyo espléndidos. El cine, mejor o peor, se ha permitido subsistir de una mina que amenaza agotarse y parece necesitar una renovación. Quizás no sea todo una cuestión de economía. Quiero seguir confiando en el espectador colaborador.
Basilio Martín Patino

Yo soy el menda lerenda, sin amo sin hacienda


Folclorismo, frentepopulismo y plataformismo.

x Crespo - La Haine

Tres conceptos que recorren y asfixian los movimientos que se autodenominan anticapitalistas. ¿Maneras de combatir el capitalismo o formas pseudorevolucionarias de manifestar los valores del capital?
Justificaciones: "No quedarse en el gueto" y "llegar a las masas"

Muchos colectivos vienen optando por caminos variopintos de "llegar a la gente". Así, se hace habitual ver convocatorias festivas (incluso en el propio nombre) de todo tipo: conciertos, tamboradas, malabares, botellones, etc....entremezcladas con algún motivo reivindicativo. Se suelen dar en fechas señaladas, nada mejor que "un día de...." para realizarlas; la festividad acompaña y el ambiente también. La comercialidad, el pan y circo, y la deformación hasta límites insospechados de palabras como revolución o disidencia está servida: bienvenido al maravilloso mundo del folclorismo, frentepopulismo y plataformismo. Todxs juntos sin saber muy bien en qué y hacia donde preparan la fiesta que tanto desea la burguesía: que se canalice de esa manera la lucha. Ten cuidado si haces este análisis de la cuestión pues serás un sectario peligroso, un ente aislado y contrarrevolucionario que no quieres llegar a nada ni a nadie.

La cuestión es que todo vale con el fin de "llegar a la gente", si optas por ser consecuente con tus principios e intentar llegar a la gente acorde con tu mensaje, considerando a la fiesta un vicio burgués que beneficia a patronal y estado en todos los sentidos, te quedas "en el gueto". Así es la capacidad limitada de algunos analistas megantiglobalización. Es que las cosas no son o "blancas o negras" les oirás decir (presuponiendo que tú lo piensas), o no "hay que hacer guetos" y "vayamos todos juntos a llegar a la gente".

Ante esos bellos mensajes (sin nada de fondo) cabe decir muchas cosas. ¿Las estrategias folcloristas llegan a la gente? Si algo caracteriza a las técnicas folcloristas es la ausencia de un contenido político claro y bien definido. Una cosa es cierta, atraen a la gente, pero.... ¿hacia qué? Con el tiempo comprobamos que semejantes eventos atraen a la gente a la fiesta. La masa consume para, quizás, saciar su sed de revolución. La diversión se centra en torno al consumismo y el descontrol. Los días pasan y las asambleas siguen estando huecas, resultados claros: fiesta 10, militancia y nivel de concienciación respecto a un problema concreto 0.

Como si "llegar a las masas" (obsesión marxista leninista que pulula por el ambiente) fuera tarea fácil. Creen, ingenuamente, que el folclrorismo posmoderno basado en el consumo puede romper todas las barreras alienadoras y llegar al "ciudadano medio"; que fácilmente y en cuestión de horas se puede arrancar de cuajo la influencia de la familia, la escuela, el mercado, los medios de comunicación.... Creen hacer algo "alternativo", cuando en realidad están alimentando el mismo engranaje capitalista que dicen criticar.

Cierto es que los eventos revolucionarios atraen a poca gente. El trabajo del estado democrático ha sido letal a lo largo de estos años para así conseguirlo fomentando los valores de tolerancia y paz social. El proceso de imbecilización al que se ha sometido a la sociedad por vías propagandísticas y empresariales no tiene precedentes. Dada esta situación cualquier convocatoria que no esté hecha por y para la fiesta pierde adeptos, y claro, eso no puede ser.

En base a esto los eventos revolucionarios se prostituyen y adoptan formas posmodernas festivas antes nunca vistas. Si la sociedad está alienada y no le atraen más que los mensajes capitalistas basados en relaciones mercantiles y en el markenting pongámonos a ello. Es así como el proceso de una convocatoria "anticapitalista" empieza a adoptar los valores del neoliberalismo más salvaje. La convocatoria se ve como un producto que hay que vender a costa de lo que sea y para vender no hay nada mejor que mostrar atractivo el producto. La obsesión es llegar a la masa y para ello no hay límites. Un objetivo obsesivo que pone de manifiesto que vale cualquier medio para llegar a x fin y que vacía de contenido revolucionario (si es que alguna vez lo hubo) cualquier actividad. Un escaparate mercantil para vender "revolución" puntualmente. El trabajo cotidiano desaparece o si aparece es para prepararse ante estas grandes fechas, para cumplir las expectativas consumistas (por lo visto alternativas) de la gente. Y es que "hay que satisfacer al personal" o "a la gente hay que darle lo que le gusta".

Que no se me malinterprete. Creo firmemente que cualquier objetivo revolucionario es llegar a la gente, sino, no tendría sentido. Ahora bien, hay que analizar bien que ese objetivo no sacrifique todo el contenido a mostrar y si las vías que se utilizan llegan realmente al personal. Además, para llegar a la gente no hay nada mejor que el trabajo diario y la constancia militante. Romper el cerco entre los movimientos sociales y la mayoría silenciosa es muy complicado por el aislamiento al que se nos someten el estado y la patronal (no confundir con auto-aislarse). Pero sin duda alguna si esto es posible en mayor o menor medida será por las actitudes y hechos constantes que los militantes de dichos movimientos muestren a la sociedad. Hacer la revolución y contagiarla debe ser el objetivo; no corromperla.

Frentepopulismo y plataformismo

Ante la máxima agradecida a los oidos que supone afirmar "Unidos mucho mejor que separados" se ha creado toda un amalgama de organizaciones frentepopulistas y plataformistas. La aparente y sencilla regla de 3 de que "50 llegamos más que 10" y de que hay "que dejar las asperezas a un lado buscando objetivos comunes" justifica cualquier tipo de coordinación artificial para organizar las convocatorias. La sopa de letras en los carteles está servida en nombre del "realismo".

Así las cosas, es lógico ver que se añadan organizaciones al cartel con una simple llamada de teléfono o un comentario en el bar. Sin analizar cuáles son los fines y los medios que se persiguen (eso qué mas da) todos firman en el cartel. Normalmente ningún colectivo de los que ha firmado curra en la convocaría y sólo asisten (si es que asisten) como pasivos espectadores de algo "que han hecho ellos". Están todos, desde "los amigos de Mao" hasta colectivos que hacen apología del consumo de drogas (pura revolución!). Delegacionismo puro y duro para desembocar en una unidad artificial pues dichas organizaciones convocantes no poseen tal unidad en realidad, en el día a día la coordinación es nula y muy posiblemente los planteamientos políticos son dispares cuando no enfrentados.

Se trata, nuevamente, de hacer atractivo el producto que se quiere vender con el fin de llegar a las masas como sea. Así las cosas, una serie de organizaciones que no posee unidad (a veces ni actividad) realmente aparenta convocar a la sociedad, en una fuerte hermandad, al folcroismo masivo. Hablan de "visualizar la precariedad’ haciendo conciertos (¿?). Detestan expresiones como huelga, sabotaje, acción directa, y violencia como herramienta de lucha.

¿Es realmente mejor estar unidos artificialmente sin análisis alguno que estar separados? La unidad, decían los revolucionarios de principio de siglo, ha de hacerse en base a la afinidad y si esa afinidad no existe tanto en la teoría como en la práctica es mejor no forzar uniones que trasmiten un mensaje engañoso y que vacía de contenido revolucionario todo el evento convirtiéndolo en un acto puramente festivo.

En estos ambientes "alternativos", el profundizar en el pensamiento, llegar mediante la razón a unas conclusiones y defenderlas con firmeza se ve siempre como un acto sectario. Por sistema se tiende a evitar la coherencia. Esto conlleva que las incoherencias no se vean como un mal a evitar y que se justifiquen comportamientos, actitudes, que poco tienen de revolucionarias. Se acaba yendo de la mano sin saber hacia donde en post de la "unidad’ alardeando de abertura de mente (1).

En estos ambientes "altermundialistas" se presume de ser muy abiertos y heterodoxos, cuando en realidad se asumen formas monolíticas de hacer las cosas y se establecen pensamientos únicos. Quien se cuestiona este pensamiento único es acusadx de ser sectarix, intransigente, etc... Una de las formas de hacer las cosas que no se suelen cuestionar es el juntarse junto a partidos políticos, sindicatos o cualquier tipo de organizaciones autoritarias para combatir "enemigos comunes". Se dejan a un lado las diferencias entre los colectivos u organizaciones que forman la plataforma, Es decir, se pierde el contenido revolucionario en base a la "eficacia". "Eficacia" que se convierte en mito, con todo lo negativo que esto resulta, cuando se concede más importancia al "hacer las cosas" que al contenido de las cosas que se hacen (2).

En el ambiente "plataformil", como aspectos atractivos a la hora de acercarse a un movimiento político se consideran factores como que haya mucha gente que pertenezca a ese movimiento, la imagen (que no el contenido) revolucionaria, la estética que se vende como movimiento político, que su pensamiento no ponga impedimentos a vicios adquiridos (consumo de drogas, delegacionismo, no profundizar en la reflexiones...) y que no se exija una elevada responsabilidad sino únicamente el apoyo de actividades y actos preparados y planificados por una pequeña parte del grupo que es quien toma las decisiones y la calidad de la estética de la propaganda.

Fruto de esta falta de profundización es el andar siempre a la deriva, sin un trabajo propio, simplemente siguiendo los temas que plantean otras organizaciones o trabajando en los temas de "moda" (Etts, antimacdonalds, legalización de las drogas...). Esto es una muestra de que el colectivo en cuestión no tiene un rumbo ni unos objetivos fijos sino que, a falta de una dinámica, de trabajo propia, hace seguidísimo de los demás.

La simplificación del pensamiento y buscar temáticas "simpáticas a la población", "divertidas", hace que pocas veces se vaya a la raíz de los problemas como son la esencia represiva del sistema, la falacia que supone la democracia o la influencia que el capitalismo ejerce sobre las personas...; la consiguiente interrelación que hay entre éstos y otros factores, en su lugar se tratan temas puntuales de forma aislada y desconexa entre sí (2).

El "reinventar" los métodos revolucionarios a la ligera tiene estos riesgos que es necesario señalar y apuntar para no cometerlos. Somos muy dependientes de las estructuras del estado y del capitalismo por lo que tiene que ser útil identificar tales dependencias para intentar combatirlas. Intentar llegar a la gente, al grupo, evolucionar unx mismx, es una tarea complicada que requiere mucho trabajo militante que rechace de facto estas formas viciadas de entender la lucha que tienen que ver más con el propio capitalismo que con su desaparición.
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1 y 2: párrafos extraídos de la revista Jake libertario, nº 16 del artúclo Floklorismo y movimiento Libertario. órgano de expresión de la F.I.J.L (Federación Ibérica de Juventudes libertarias).

Nota: para erradicar el problema obsesivo de "llegar a las masas" conviene leer La ley del número de Ricardo Mella